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14 de enero de 2013

Análisis de Los de abajo de Mariano Azuela


Análisis de Los de abajo de Mariano Azuela


EL PLAN DE LA NOVELA Y SU ESTRUCTURA
La novela se abre con el triunfo del peón Demetrio Macías y sus hombres sobre las tropas federales acorraladas en el cañón de Juchipila y termina en el mismo lugar con la muerte de Macías -convertido ahora en general de la revo­lución- y sus compañeros.
Mariano Azuela, médico del ejército revolucionario, escribió la obra en dis­tintos lugares del frente y la completó en poco tiempo en la ciudad del Paso, en Texas. Esta circunstancia determinó que algunos críticos señalaran su aparente falta de un plan premeditado. No obstante, en la actualidad, cabe otra respuesta más afirmativa: Los de abajo es una novela lograda en su totalidad, por cuanto su estructura, es decir, las partes que la componen como un organismo vivo, si bien no responden al esquema de la novela realista tradicional, tiene una anidad en episodios y en el gradual crecimiento del protagonista que la acercan a una estructura épica perfectamente narrada dentro de un plan sabiamente elaborado.

El argumento

 El argumento se desarrolla alrededor de Demetrio Macías y las acciones narrativas siguen su desplazamiento desde el cañón de Juchipila, su ascenso en la escala revolucionaria, su regreso y su muerte, acaecida en el mismo lugar de la partida, en una sucesión cronológica de dos años.
El cuerpo de la novela es geométricamente circular. El argumento oculta la desilusión ante la lucha de facciones que algunos personajes, como Macías o Solís, se encargan de definir en sus diálogos. El narrador acompaña a los perso­najes, pero se abstiene de formular comentarios. Son éstos los que juzgan lo ver­dadero y lo falso de la Revolución como fruto de la experiencia personal. Este desarrollo argumental es nítido y se basa en la economía de lo relatado.
Uno de los grandes méritos de Los de abajo, que la sitúa como la mejor y más perdurable novela de la Revolución, consiste, precisamente, en dar al lector sólo cuadros de situaciones indispensables para completar el diseño de lo que se quiere contar.

La organización
La organización en partes (tres partes); en capítulos (vein­tiuno en la primera parte; catorce en la segunda, y siete en la tercera) y en cua­dros que componen el libro, como piezas fotográficas,' responde a una yuxtapo­sición de enlaces ejecutados con medios sutiles en un orden temporal fragmentado.
El tiempo sirve de unidad en la sucesión cronológica (noche, amanecer, pleno día, atardecer), pero la trama, es decir, la relación de un acontecimiento con otro, no está sujeta solamente a esa sucesión temporal. A veces, el autor apela a otros recursos técnicos para lograr la unidad: por ejemplo, la inserción de nuevos moti­vos, hechos o personajes.

LOS PERSONAJES DE LA GESTA REVOLUCIONARIA

Dos personajes se constituyen en la novela en una doble imagen de la Revolu­ción: Demetrio Macías, el rebelde perseguido que merced a su genio instintivo se hace caudillo y triunfa con los de abajo, y Luis Cervantes, el falso intelectual que se confunde con los de abajo para obtener provechos materiales sin arriesgar su vida. Éste es un seudo-revolucionario que se desdibuja ante la fortaleza moral y el idealismo de los que luchan detrás de una revolución y que en determinado momento de la novela se aleja de los bandos en lucha con el fruto de sus robos.

Demetrio Macías, en cambio, es el hombre valiente arrastrado por los vaive­nes de una política de grupos que muchas veces no entiende o no lo satisface. Su camino, como el héroe de epopeya, responde a un sino trágico e irreparable. Al final del viaje circular del personaje, éste se vuelve a encontrar con su mujer que quiere retenerlo. El diálogo sintetiza la imagen de ese destino fatalista:

— ¿Por qué pelean ya, Demetrio?

Demetrio, las cejas muy juntas, toma distraído una piedrecilla y la arroja al fondo del cañón. Se mantiene pensativo viendo el desfiladero y dice: Mira esa piedra cómo ya no se para...

Al lado de ellos está el pueblo, encarnado en otros hombres: Solís, que trata de interpretar los hechos de la Revolución y de encontrar significados que estén más allá de la realidad cotidiana; Valderrama, el loco, el que canta "El enterrador" y, en vez de atender la pelea, monologa confundido con los cerros, con las casas grises, con el "cielo inconmensurable". Los demás -Venancio, Anastasio, la Co­dorniz- son como imágenes menores del caudillo, a quien siguen hasta la muerte. Todos los personajes forman parte de un fresco de ambiguas personalidades po­pulares dentro de la confusión de los acontecimientos en los que están envueltos, junto con las mujeres, que esperan o acompañan a sus hombres en el éxodo o en las batallas.

Biografía de Mariano Azuela: nació en el estado de Jalisco el 1º de enero de 1873. Realizó estudios secundarios en Guadalajara e ingresó luego en la Facultad de Medicina.
Junto a su carrera de médico inició la de narrador con algunos cuentos cos­tumbristas. En 1907 publicó su primera novela, María Luisa, y al año siguiente Los fracasados. El éxito que obtuvo con esta segunda novela lo impulsó de lleno a la creación literaria.
Apareció luego Mala Yerba (1909), y en 1912, dueño ya de una técnica desarrollada, publicó Sin Amor, en la que describe las clases sociales más humil­des de la sociedad, hacia las cuales se siente atraído con ánimo de reformador.
Durante la Revolución, Azuela adhirió a las fuerzas de Francisco I. Madero, y en 1911, al triunfar la revolución maderista, fue nombrado jefe político de La­gos. Su actuación pública, empero, resultó efímera y pronto se desengañó del movimiento triunfante. A pesar de su disconformidad se enroló en el partido de la Convención de Aguascalientes y luchó al lado de Pancho Villa como jefe del servicio médico. En la empresa revolucionaria se unen nuevamente el médico y el novelista; de allí surge el material de Los de abajo, con personajes ficticios que tienen mucho de los modelos reales que le ofrece la acción revolucionaria. En 1915, Azuela se retiró definitivamente de la política y se radicó en México. La experiencia revolucionaria, sin embargo, le dio nuevos materiales para sus no­velas: Las Moscas, Dominio quiere ser diputado y Las tribulaciones de una fa­milia decente, las tres publicadas en 1918.
En 1924, cuando la falta de eco entre sus contemporáneos había decidido al novelista a quemar todos sus libros anteriores, sobreviene el éxito alrededor de Los de abajo, considerada, desde entonces, la obra clave del ciclo revolucionario.
Mariano Azuela, cuyas Obras Completas constituyen un legado literario de gran influencia sobre los escritores hispanoamericanos del siglo xx, murió el 1º de marzo de 1952.



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